La primera vez que escuché la palabra trampantojo me recordó a mi yaya llamando espantaja a alguna señora que no le caía bien. Luego descubrí que no tenía nada que ver.¿O sí? ¿O es que las espantajas no se maquillan en exceso para ocultar su propia naturaleza caducada? Parecen unas bellas señoras mayores y cuando te acercas descubres que era una mera ilusión y sólo queda el aspecto chabacano del uso desmesurado de la capa y pintura.
Podríamos remontarnos a los orígenes del trampantojo, no no voy a dar la definición de la RAE ni de la técnica pictórica que le da nombre. No, nos centraremos en el trampantojo culinario. En este sentido, estoy convencida de que los primeros trampantojos gastronómicos fueron creados en los comedores de colegio. Tú, ingenua de ti, pensabas que te ibas a comer un rico plato de espaguetis y cuando lo probabas
entusiasmada veías que te la habían colado con premeditación y alevosía: realmente eran tiras de puerro con tomate. Valga decir que las madres y las abuelas también han sido durante años abanderadas del trampantojo, intentaban ocultar con esmerada habilidad aquella comida que tanto odiabas y la transformaban en otra cosa que tu ojo no podía reconocer como tal y te la acababas zampando. Dicho sea de paso que no siempre colaba y en ocasiones ardías en deseos de venganza por aquella coliflor que te habían intentado colar en croquetas con bechamel. Te creías un súper detective: aunque a la vista parecía otra cosa, tu sentido del gusto no te engañaba.
Probablemente así se gestaron muchos de los chefs actuales, fueron desarrollando el sentido del gusto, fueron viendo cómo se podía experimentar con la comida y empezaron a jugar con ella. Con el tiempo les vino a la cabeza ese flash de su infancia en la que nada era lo que parecía y se propusieron “jugar” con el comensal, crear una pequeña y efímera ilusión.
Disfrazar la comida, de eso es de lo que se trata y dado que estamos en vísperas de Carnaval, les proponemos rendir homenaje al trampantojo, disfrácese, disfrace la comida y disfrute por un día de aquello que no es, como cuando era niño.
Podríamos remontarnos a los orígenes del trampantojo, no no voy a dar la definición de la RAE ni de la técnica pictórica que le da nombre. No, nos centraremos en el trampantojo culinario. En este sentido, estoy convencida de que los primeros trampantojos gastronómicos fueron creados en los comedores de colegio. Tú, ingenua de ti, pensabas que te ibas a comer un rico plato de espaguetis y cuando lo probabas
Marujita: la espantaja por excelencia |
Probablemente así se gestaron muchos de los chefs actuales, fueron desarrollando el sentido del gusto, fueron viendo cómo se podía experimentar con la comida y empezaron a jugar con ella. Con el tiempo les vino a la cabeza ese flash de su infancia en la que nada era lo que parecía y se propusieron “jugar” con el comensal, crear una pequeña y efímera ilusión.
Disfrazar la comida, de eso es de lo que se trata y dado que estamos en vísperas de Carnaval, les proponemos rendir homenaje al trampantojo, disfrácese, disfrace la comida y disfrute por un día de aquello que no es, como cuando era niño.
¡Feliz Carnaval! ¡Felices trampantojos!
Falso huevo con patatas paja y jamón: La clara es espuma de bacalao y la yema chistorra.
(Del blog: http://loquecomadonmanuel.com/2013/01/24/mirador-de-ulia-donostia-trampantojos-angeles-y-mucho-arte/)
(Del blog: http://loquecomadonmanuel.com/2013/01/24/mirador-de-ulia-donostia-trampantojos-angeles-y-mucho-arte/)
Falsa mini zanahoria. Calamar (teñido con jugo de zanahoria para que coja el color naranja) relleno de túetano marino (médula del cazón con picadillo de zanahorias)(Trampantojo del restaurante Aponiente de Ángel León: Extraído del blog: http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2012/09/tecnicas-ineditas-para-cocinar-el-pescado.html)
Falsos muffins con base de carne picada y frosting de puré de patatas. En su
interior tienen la salsa de manera que al cortarlos se vierte creando el
efecto de un coulant.
Puf frito de pato y calabaza disfrazado de calabaza.
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