domingo, 2 de marzo de 2014

Enfrentamiento gambitero



El mundo se divide en personas que chupan las cabezas de las gambas y en las que no lo hacen. Nosotras nos encontramos en el primer grupo. Somos defensoras a ultranza del chupeteo gambitero, ¡a succionar gambas se ha dicho! Sin embargo, tenemos discrepancias en cuanto al modo de degustar este maravilloso crustáceo.

Todo empezó esta Navidad, nos encontrábamos en la mesa la una frente a la otra; habían empezado a aterrizar las gambas en nuestros platos y nos pusimos manos a la obra. De repente, levantamos nuestras cabezas, nuestras miradas se cruzaron y nos quedamos atónitas.

¿Por qué una se comía las gambas con las manos cual hombre de Cromagnon y la otra utilizaba los cubiertos a lo Carmen Lomana?

A FAVOR DE LA GAMBA CROMAGNON

 Sonia

Empecé a comer marisco rodeada de mi familia, todos me instaban a que chupara la cabeza de las gambas, ¡y vaya que si lo hice!, desde entonces no he parado. El marisco lo degustaba en casa o en los restaurantes, pero estuviera donde estuviera las gambas se comían con las manos, había que ensuciárselas e incluso relamer los dedos una vez se hubiera terminado. Los restaurantes bien saben que hay que mancharse los dedos para comérselas, de ahí que te sirvan esas maravillosas toallitas con aroma de limón, que lo mismo te sirven para limpiarte las manos que las gafas. ¿Para qué iban a poner dichas toallitas si se esperara por parte del comensal que se comiera los crustáceos con cuchillo y tenedor? ¿Para qué iban a gastar miles de millones en sobrecitos al limón? Además, comer con las manos ayuda a mantener a raya al Dexter que llevamos dentro. Primero, le quitamos la cabeza, sin contemplaciones, vemos como su sangre chorrea por nuestros dedos y disfrutamos con su succión. Después, pasamos a arrancarle su coraza, su defensa, poco a poco, incluso se venga pinchándonos en los dedos con su armadura, y disfrutamos del despiece de extremidades. Finalmente, abrimos la boca y nos metemos el cuerpecillo inerte y saboreamos su jugosidad. Inmediatamente estamos dispuestos a elegir a nuestra próxima víctima, cuando aún el cuerpo caliente de su compañera está en nuestro paladar. ¿Qué pasaría si no pudiéramos volver la vista a nuestros antepasados y comportarnos como hombres de Cromagnon al comernos las gambas? Tal vez tú serías la próxima víctima...

A FAVOR DE LA GAMBA LOMANA 
Silvia
Chupar la cabezas de las gambas es una delicia. Sin embargo disfrutar de este manjar no implica lanzarse cual zombie hambriento a succionar masa encefálica como si no hubiera mañana. ¡No hay nada más desagradable que el olor a pescadería que se te queda después en las manos! no importa cuántas toallitas de limón uses. Además, reconozcámoslo, hay algunas situaciones en las que tenemos que contener al cromagnon que llevamos dentro y para mantener la elegancia no hay que renunciar al marisco, hay una alternativa: ¡come las gambas con cubiertos!. Primero trincha el cuerpo y secciona, cual cirujano en su tercer año de MIR, la cabeza y las patitas. Degusta el sabor de la carne jugosa justo ante de rebañar el interior de la cabeza con el cuchillo. El disfrute gambitero no está reñido con el glamour así que recuerda: 

Be cute, use cutlery.

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