A veces las cosas más simples, aquellas que damos por hecho, son las mayores fuentes de controversia. ¿A tí te gusta la tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla?, ¿prefieres el chocolate negro o el blanco?, ¿eres de Pepsi o de Coca-cola?, ¿te gusta más lo dulce o lo salado? sobre gustos no hay nada escrito así que, allá que nos vamos nosotras a escribir sobre ellos inaugurando la sección MELOCOMO-NOMELOCOMO, un espacio donde cada una defenderá con tenedor y cuchillo sus gustos gurmeteros. El primer asalto empieza con el café ¿te lo bebes o no te lo bebes? ¿tú que dices?
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A favor del café mañanero, tardío o cuando se tercie - Silvia
Café, Oh infusión revitalizante! causa de mis desvelos (literalmente)!
amor de mis amores! fiel acompañante del desayuno! tú nunca me
defraudas. Humeante y calentito ha sido el compañero fiel de horas de
estudio y tardes de cotilleos. Me pirra el plan que incluye una taza de
café, una manta, y un buen libro y si además lo acompañamos con un buen
bizcocho casero, ¡lo tenemos todo!
El café mañanero me espabila para todo el día, sin él andaría como un zombie por el mundo, con los ojos pegados y arrastrando los pies, probablemente incluso en pantuflas y bata. Su preparación es la excusa perfecta para levantarme un par de minutos antes, sentarme y desayunar debidamente, dedicándole su tiempo a la cafetera y demás escenografía en lugar de andar corriendo por la casa con los pantalones a medio subir y una tostada en la mano.
Y es que, ¿hay algo más estandarizado que el café? la gente queda ‘para hacerse una cerveza o tomar un café’ (aunque luego te pidas un zumo de piña), ¡el café está en nuestro vocabulario! no en vano es la bebida más vendida incluso por delante de la Coca-cola (parece ser que al día se consumen 1.6 billones de coca-colas frente a 1.7 billones de cafés).
Puede que tú prefieras el zumo o el batido de chocolate, pero, ¿tienen ellos una cantata en su honor? pues el café sí, compuesta en 1732 por el gran maestro Juan Sebastián Bach y que puedes escuchar AQUÍ . La pieza relata el enfrentamiento (jejeje, esto viene muy a cuento ahora mismo) entre un padre que le prohíbe tomar café a su hija (en aquella época en Alemania el café no estaba muy bien visto. Ves Sonia, tu postura es la de un alemán de mediados del siglo XVIII :P) y la amenaza con no comprarle ropa, no dejarla salir… si sigue bebiendo café. Pero ella erre que erre, que su café no se lo quiten porque:
"¡Ah, el café!, ¡sabe tan dulce!, es más cautivador que mil besos, más suave que el moscatel. Café, café… es lo único que necesito. Si alguno quiere hacerme feliz que me ofrezca un café".
Así que el padre, ni corto ni perezoso le dice que no la dejará casarse si no deja el café. Sacré Bleu! eso sí que no. La hija transige, pero como es mujer, más lista que el hambre le señala que sólo aceptará por marido a uno que le deje tomar café. Café 1 alternativas 0 ;)
En contra de los cafeinómanos- Sonia
Sísoydelaspersonasqueestánencontradelcafénopuedotomarloyaqueunodelosefectosqueme
causaeselqueelcerebromevayaamilporhorasinpretenderloyelcorazónmásdelomismolatelate
confuerzaydemibocasolosaleunaretahíladepalabrassinpausanicontrol.
Pues sí, así es como me sienta el café, me pone irremediablemente nerviosa, escucho a mi corazón latir y mi cabeza no puede pensar claramente. Además, no es que esté solamente en contra del café porque me siente como un tiro, sino que no soporto su sabor ni su olor. Lo siento mucho, pero besar a un tipo que sabe a café con leche me produce unas arcadas impresionantes y me recuerda un poco al olor de mi abuelo; perdónenme ustedes, pero el aroma del café en la boca huele a armario “cerrao”, a viejuno.
Representación pictórica del héroe ACAFÉ |
Y sí, creo firmemente que las personas que no bebemos café pertenecemos a una raza superior. La mayoría de la gente necesita ese líquido oscuro por la mañana para ser persona y cual yonqui hasta que no se lo ha metido no parece ser capaz de dar dos pasos. Sí, estoy en otro nivel: yo me levanto aunque me haya acostado a las 4 de la mañana y aguanto estoicamente todo el día sin necesidad de recurrir a la cafeína ni a ningún otro estimulante, ni siquiera a una siestecilla. Eso es digno de unos superhéroes, unos superhéroes contemporáneos, modernos, con un nombre sencillo a la par que divertido: los Acafeses.
Sin embargo, seguimos siendo unos incomprendidos y a veces cansa estar justificándose. Te dicen que te invitan a tomar un café a casa de alguien y sientes la necesidad de remarcar que no te gusta el café, por si acaso. Y cuando lo dices todo el mundo te mira extrañado como si de repente te hubieras convertido en un alien, te examinan de arriba a abajo y te preguntan, cuasi te acusan: “¿No te gusta el café? ¿Cómo es eso?” Y replicas: “Nunca me ha gustado, me pone nerviosa”. Y te contestan con los ojos desorbitados: “¿Ni siquiera con leche?” Y coges fuerzas para decir: “No, es que tampoco me gusta la leche” (aunque esta es otra historia). Ahí aprecias que la cabeza de tu interlocutor está a punto de explotar, las conexiones de su cerebro no interactúan correctamente y no llega a entender cómo puede haber un ser viviente al que no le guste el café, y no sólo eso, tampoco con leche. En ese momento piensas por dentro: “no es tan grave, no es como si no me gustara la cerveza”.
Cafeinómanos, me dirijo a vosotros, no creo que os haya convencido, tampoco pretendía hacerlo, sólo pido un poco de comprensión hacia la nueva raza de superhéroes: los Acafeses. No pedimos demasiado, sólo que en vuestras casas haya otra alternativa al café, que no nos miréis raro cuando os decimos que no nos gusta y que os admiréis con nuestra capacidad de aguante matutino sin drogas. Sin embargo, si no lo hacéis, entraremos en guerra y acabaremos con las existencias del café en el mundo (pero de buen rollo, ¿eh?).
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