domingo, 22 de febrero de 2015

Solo ante los fogones

Sí, por fin, a tus 35 años has salido del nido (¡olé tú!). Al principio te crees súperman y piensas en todo lo que harás sin tener a nadie que te pregunte todo el día adónde vas, qué haces, con quién sales o poder ir al baño tranquilamente sin hacer cola (¡qué gustazo!). Sin embargo, pronto te das cuenta de que has perdido las grandes ventajas que te proporcionaba la mami; sobre todo lo referente a la comida. Empiezas a echar de menos llegar a casa y tener la comida encima de la mesa... De repente, viviendo solo ya no te importa comer cinco días seguidos pasta con atún, cuando antes eras un sibarita de cuidado. Después de la primera semana de motivación, te ves abocado a una rutina donde la comida ya no ocupa el puesto más importante y la has dejado relegada a disfrutarla en los bares y restaurantes. Pero… ¿cuáles son los errores más comunes que cometemos los pobres solitarios para acabar así?
  1. Hacer la compra como si vivieras con cinco personas más en casa.
Al principio haces las primeras compras muy entusiasmado, ves ofertas y paquetes 3x2 por todos lados y piensas en todo lo que te vas a ahorrar. Sin embargo, pronto la realidad llama a tu puerta: ves que la bolsa de 10 kilos de patatas se ha echado a perder y que el pack familiar de yogures son para una familia (como su nombre indica). Oye, pero no todo va a ser malo, tienes papel higiénico para tres meses (que eso no va a caducar).
  1. No hacer un menú semanal.
Otra cosa que influye en que tires más comida de la necesaria a la basura es la falta de una planificación de las comidas. Además de contribuir a una dieta poco variada y con más grasa de la necesaria. Pierde 15 minutos el domingo en pensar qué vas a comer y cenar cada día de la semana, lo que te ayudará a tener una lista de la compra de cosas que sí que vas a utilizar.
  1. Creer que la pasta es tu única amiga.
Vale, que sí, que es rápida de hacer, con cualquier salsuca que tengas por casa tienes ya una comida hecha. Pero, alma de cántaro, existen otras comidas que no te van a quitar mucho más tiempo: ensalada, arroz, legumbres precocinadas, verduras a la plancha, crudas o en conserva, carne a la plancha con unas buenas hierbas aromáticas…¡existe la vida más allá de la pasta!
  1. Si estoy yo solo, ¿pa’ qué?
Sí, cuando vives solo, llega un momento en el que cocinar se convierte en un hazaña solo reservada a aquellos que no viven huraños y ermitaños como tú. Entras en un bucle de pereza y acabas autojustificando tu propia desidia con la excusa de “cocinar para uno no luce”. Eso es solo una excusa para quedarte sentado en tu culo carpeta viendo más series, así que despierta tu lado gurmé y vuelve a los fogones. No es necesario cocinar para uno, puedes cocinar para tres y guardar la comida en un táper para otros días. 45 minutos de preparación hoy, pueden ser sólo 5 mañana calentando esas lentejas tan buenas que te salieron el otro día.
  1. No tener una olla exprés.
Puede parecer una tontería, pero el tener una olla exprés puede facilitarte mucho la vida de soltero, ya que esas lentejas, ese cocido, ese guiso que tantas horas cuestan de hacer en una olla normal, puedes tenerlas en un santiamén con la olla rápida. Como hemos dicho antes, puedes aprovechar para hacer más cantidad y tener para más días, incluso congelarlas. Yo desde que puse una olla exprés en mi vida, cada vez me hago más “comidas de abuela” y las disfruto sobremanera.

Para terminar, un consejo gurmé:
 ¡Deja de ser un pobre monguer amargado y vuelve a disfrutar de los pequeños placeres de la vida como la comida!

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